La leche materna proporciona todos los nutrientes necesarios en la proporción y temperatura adecuados. La leche materna ofrece la combinación ideal de nutrientes para el bebé, incluyendo las vitaminas, proteínas y grasas que necesita. Además, su composición cambia conforme crece el bebé, de modo que satisface las necesidades en sus diferentes etapas de desarrollo.
Se digiere y asimila con gran facilidad lo que previene incomodidades en el bebé relacionadas con su pequeño sistema digestivo, incluyendo diarrea, estreñimiento y cólico. Proporciona anticuerpos de la madre y alarga el periodo de inmunidad natural. La lecha materna contiene anticuerpos que le ayudan a tu bebé a combatir diferentes tipos de virus, bacterias e infecciones. Pero aún más importante, debido a que provienen de la madre, los anticuerpos que se transmiten son específicamente aquellos que le permiten combatir los peligros a los que el bebé está expuesto en su medio ambiente. La nutrición en las primeras etapas de la vida del bebé es determinante en el desarrollo de su sistema inmunológico.
Los bebés que se alimentan con lecha materna exclusivamente durante los primeros seis meses de vida tienen menos infecciones en el oído, enfermedades respiratorias (incluyendo asma), y molestias digestivas e intestinales. Los bebés alimentados con leche materna también sufren menos alergias a alimentos, factores ambientales y en la piel.
Como la leche materna contiene la nutrición exacta que el bebé requiere y la cantidad consumida es auto regulada, tiene mejores probabilidades de aumentar el peso justo y comer únicamente la cantidad necesaria. Los cambios de sabor, según la alimentación de la madre, preparan al niño para aceptar mayor variedad de alimentos. La variedad de sabores que recibe el bebé en la leche materna lo prepara mejor para aceptar los diferentes sabores de la comida sólida.
Crea un fuerte vínculo entre madre-hijo. Cubriendo necesidades como la proximidad y seguridad que favorecen la autoestima del niño y la relación con la madre.
Editores PP