Tu hijo empieza a desarrollar su “sentido del yo”, su individualidad se reconoce en el espejo, utiliza su nombre, dice “yo”, siente orgullo y vergüenza, y llama a todo “mío” porque él es el eje del mundo, no puede ponerse en la piel del otro.  Este sentido del “yo” es el responsable de sus conductas testarudas, de que una de sus palabras favoritas sea “no” y de que se muestre cariñoso de repente y en otros momentos no te haga ni caso.

Esta situación te desconcertará, pero también a él, ya que lucha entre el deseo de ser independiente y afianzar su personalidad, por un lado, y el de conservar tu cariño, por otro.  Como escribe la psicoanalista Selma Fraiberg en su libro Los años mágicos: “El niño de dos años formula una declaración de independencia, pero no tiene deseos de derrocar al Gobierno”.

Algunas sugerencias:

  • Ponle límites claros. Hay cosas que no se negocian (la hora de dormir, darte la mano al bajar del carro).  Y dale otras ocasiones para elegir (su ropa, su merienda).
  • No te rías ante sus travesuras. Pero tampoco las juzgues mal, muchas veces son “experimentos” que aumentan su inteligencia y la conciencia de sí mismo.
  • No le obligues a compartir sus juguetes. Los siente como una parte de él. Cuando tenga establecido el sentido del “yo” (a partir de los tres años), le será más fácil prestar sus cosas.

Editores PP