El paso de la cuna a la cama es una transición necesaria para el desarrollo del bebé; es señal de que crece y de que se hace mayor. Se trata de un paso importante por lo que es cuestión de escoger el momento más adecuado y seguir algunos consejos que facilitarán el cambio al niño.

El paso de la cuna a la cama no se rige por normas inflexibles o está determinado a una edad precisa.  La mayoría de los padres deciden que es momento de hacer el cambio entre los 18 meses y los tres años.  Muchas veces, lo que les impulsa a hacerlo es la sensación de que la cuna de bebé le queda pequeña.  Aunque el niño cabe, ya no duerme tan cómodo como antes, sobre todo si se mueve mucho por la noche. Además, es peligroso porque podría hacerse daño al golpearse con la cabecera o los laterales.

 
Otras veces, en cambio, es el propio niño el que manifiesta si está preparado o no para el cambio y suele hacerlo alrededor de los tres años.  Muchos niños, especialmente los que tienen hermanos mayores, suelen dar este gran paso incluso antes de los dos años, por el simple deseo de imitar, querer hacer y ser igual es que su hermano mayor.  Se sienten más estimulados a subir este gran escalón hacia la independencia.

Si ya es capaz de ir al baño solo o ves que es muy grande o demasiado activo para estar en la cuna, ese debe ser el momento del cambio.

Cada niño es un mundo, por lo que hay niños que se adaptan muy bien y a otros les cuesta un poco más.   Una situación frecuente es que a los primogénitos les suele costar más cambio que a los niños que ya tienen hermanos mayores.  Es posible que el niño esté realmente apegado a su cuna y a todos los sentimientos que le asocia (comodidad, seguridad, protección…).  Además, el cambio a una cama grande es tan sólo uno de los muchos cambios que suelen ocurrir en esta etapa de su vida, y podría coincidir con su entrenamiento para ir al baño, el comienzo del parvulario y otras presiones sociales para que se porte como un “niño mayor”.  Si, además, hay un hermanito en camino, puede que el niño se sienta muy posesivo en relación a los objetos de su propiedad, incluyendo su cuna.

A los niños que nacen en segundo o tercer lugar, por el contrario, les cuesta menos adaptarse al cambio porque tienen al hermanito mayor como ejemplo y quieren ser como él.

Para facilitar la transición al niño, es recomendable tener en cuenta unos consejos prácticos:
 

  • Mientras sigue durmiendo por la noche en su cuna, dejar que juegue o duerma la siesta en la cama, hasta que se sienta más seguro en ella y haga el cambio definitivo.
  • Explicarle los motivos del cambio, valorando siempre su crecimiento y su tamaño.
  • Procurar situar la nueva cama en el mismo lugar en el que estaba la cuna.
  • Mantener algún juego de cama o mantitas de la cuna para fomentar la seguridad del niño hacia “lo viejo conocido”. 
  • Colocar una barandilla o barrera protectora en la cama para evitar que se caiga al suelo si se mueve mucho por la noche. La barrera debe tener un lugar libre para salir y entrar por si el niño quiere ir al baño.
  • Escoge sus sábanas del color o del estampado con su personaje favorito, si es que ya lo tiene.
  • Se puede celebrar el “día del cambio de cama” para motivar al niño y recordarle que se “hace mayor”.
  • Dejar que duerma con su muñeco, mantita o el juguete con el que dormía en la cuna.
  • Mantener un hogar seguro, ya que el niño es capaz de levantarse y deambular por la casa a sus anchas.

Editores PP