Al igual que cuando estabas embarazada, es importante que comas bien ahora más que estás amamantando. Elije alimentos saludables, como frutas, verduras, cereales enteros, proteínas y alimentos ricos en calcio. 

Además, es necesario que bebas y comas lo suficiente para que tu cuerpo pueda producir leche. Pero antes de agregar más calorías a tu dieta, habla con tu médico acerca de sus recomendaciones, muchos profesionales de la salud descartan la ingesta de chocolate, leche de vaca (en desmedidas proporciones) y miel.  

Una de las maravillas de la leche materna es que puede cubrir las necesidades alimenticias del bebé, aunque tú no estés alimentándote bien.  En ningún caso es recomendable seguir una dieta muy baja en calorías o que haga demasiado énfasis en un sólo grupo de alimentos y excluya a otros.

El que tu bebé no se vea afectado por tus deficiencias alimentarias no quiere decir que tú no sufras. Cuando no obtienes, a través de tu dieta, las vitaminas y los nutrientes suficientes, tu cuerpo los obtendrá de tus reservas, las cuales con el tiempo se pueden agotar.  Además, necesitas mantener una dieta saludable ya que necesitarás energía para cumplir con las exigencias diarias que supone cuidar a tu hijo. 

Muchas mamás que amamantan sienten mucha hambre. Y eso es normal, ya que tu cuerpo está trabajando laboriosamente para producir leche para tu bebé. Es recomendable que comas en menor cantidad, pero con más frecuencia y que tengas a la mano aperitivos saludables. Esto te ayudará a mantener tus niveles de energía y a calmar los ataques de hambre que te puedan dar.

Es una buena idea llevar una botella de agua cada vez que salgas y llenarla cuando la termines, para asegurarte de que estás tomando la cantidad de líquido necesaria y mantenerte bien hidratada.

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