Los niños necesitan seguir una rutina para sentirse seguros y tranquilos en su ambiente.  Esta rutina establece horarios, pero además los hábitos repetitivos ayudan a construir un equilibrio emocional, que les proporciona un mecanismo importantísimo para su educación y para la construcción de su personalidad

La repetición de los actos cotidianos forman hábitos y la repetición de los hábitos forman virtudes. Si le lees todas las noches a tu hijo, por ejemplo, te sorprenderá ver como la primera vez que se te olvida leerle esa historia antes de acostarse, él te lo recuerde.  Los niños pequeños prosperan en la rutina, y pueden recordar cada paso de un ritual particular. 

Si la rutina de fin de día de su hijo se caracteriza por bañarse, secarse el cabello, cepillarse los dientes, escoger libros y luego leer juntos en la cama, es muy probable que si intenta omitir uno o más de estos pasos, vaya a protestar.  Incluso en esta edad joven, los niños pequeños pueden ser muy inflexibles acerca de las rutinas establecidas, algunos de los cuales pueden no tener sentido para usted.  Por ejemplo, cuando metes a tu hijo en la cama por la noche, puede insistir en que cubra su muñeca o animal de peluche favorito con una cierta manta y sólo esa manta.  O puede que quiera beber su leche de una taza en particular, o insistir en la harina de avena para el desayuno todos los días durante un mes. Aunque estas demandas pueden engañar o incluso molestarle, sirven a un propósito importante: Las rutinas ayudan a hacer el mundo de tu hijo más predecible.

Para que un niño se sienta seguro tiene que adquirir hábitos.   Los niños no conocen el orden de las cosas cuando nacen, por lo que los adultos debemos enseñarles a organizar su vida mediante horarios estables asociados a rutinas, es decir, a través de actividades que se hacen todos los días de la misma manera.  Se repiten actividades que ayudan a que el niño vaya asimilando un esquema interno que convierte su mundo en un lugar predecible y, por lo tanto, seguro.   La alimentación, sueño e higiene son los primeros hábitos que tienen que aprender los niños. «La rutina diaria es para los niños lo que las paredes son para una casa, les da fronteras y dimensión a la vida.  La rutina da una sensación de seguridad. La rutina establecida da un sentido de orden del cual nace la libertad.» (R.Driekurs) 

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