Llega la última etapa del embarazo y tu ginecólogo seguro te solicitará un monitoreo fetal. El mismo es un método complementario de diagnóstico que brinda información referente a la vitalidad de tu bebé, guardando relación con la oxigenación del feto.
Se basa en la detección de la frecuencia cardíaca fetal (latidos por minuto) y de la actividad uterina (contracciones), inscribiendo sus fluctuaciones en un trazado sobre papel cuya interpretación nos brinda la información requerida. El monitoreo fetal, se puede realizar en dos oportunidades: antes o durante el trabajo de parto.
Antes del parto el monitoreo fetal forma parte de la rutina de control del embarazo durante el último mes (en embarazos normales se solicita a partir de la semana 36 o 37, y en embarazos patológicos se puede solicitar antes).
Su resultado Reactivo es indicador de salud fetal, mientras que el resultado No Reactivo no necesariamente implica que tu bebé no esté bien, podría ser que justo en ese momento tu bebé esté durmiendo. Por eso es conveniente repetirlo un rato después previa ingesta de un caramelo o algo dulce.
El monitoreo fetal durante el parto se basa en el registro de la frecuencia cardíaca fetal asociada a contracciones, o sea durante el trabajo de parto, sea espontáneo o inducido. En este caso sí es útil, tanto para determinar la adecuada oxigenación fetal, lo que nos permite proseguir el trabajo de parto con seguridad, como para detectar precozmente el sufrimiento fetal agudo, e indicar oportunamente la inhibición de las contracciones y finalizar el mismo mediante una cesárea, evitando secuelas neurológicas.
En resumen, el monitoreo fetal nos brinda un elemento objetivo de control durante el trabajo de parto y nos ayuda en la detección del sufrimiento fetal agudo.
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