Decía mi maestra de segundo grado: » el niño en la escuela es el reflejo del hogar».  Yo más bien diría que el niño es el reflejo de su hogar desde que nace o incluso desde el vientre materno. Y no solo se refleja en el temperamento o los modales, sino que también lo hace en sus hábitos alimenticios.

Es muy frecuente la llegada a la consulta de una madre porque su hijo no come nada o muy pocas cosas y que al intentar ampliar la dieta el niño lo rechaza.  Este es el concepto de las neofobias alimentarias:  miedo a todo alimento nuevo.  Esta es una situación completamente normal en el niño pero en la mayoría de los casos mal manejada por los adultos y ahí generamos un problema a largo plazo.  Tenemos que recordar que los bebes hasta el cuarto o sexto mes toma exclusivamente leche y este constituye entonces el único alimento que conocen.  Al introducir un nuevo alimento para este pequeño individuo es nuevo el sabor, la textura, la forma en la que come y los utensilios que utiliza por lo que inicialmente pueden atemorizarle la nueva experiencia y rechazar el alimento.

Sin embargo nuestra actitud debería ser entusiasta, animarle a recibir el alimento y a que lo está haciendo bien, aunque haya un reguero, y repetir esta operación hasta que este alimento sea aceptado, que generalmente suele ser luego de tres o cuatro veces de vivir la experiencia de forma agradable.

En algunas ocasiones esto aparece más tarde en la etapa preescolar y debemos entender que en este momento es más divertido jugar que comer y hay que jugar a ser las súper mamas haciendo la comida y la hora de comer un momento agradable en la que participa toda la familia que esta exonerada de castigos o regaños porque no lo hago bien o a la velocidad de los demás.

En contraposición esta la mamá que llega a la consulta y dice «Dra. es que se come todo». Y esta es otra situación que es normal en las etapas de crecimiento rápido: el primer año de vida, la adolescencia y los llamados estirones de los escolares.

Debemos recordar siempre que mientras sea una dieta balanceada sin excesos de comida chatarra y postres no habrá ningún tipo de complicación. Y no debe manejarse con regaños que puedan intimidarlos o con chistes o elogios a forma de burla que puedan desencadenar problemas alimenticios a futuro como anorexias u obesidad.

Pero muchas veces al hacer todos estos pasos seguiremos diciendo no come nada o se come el refrigerador entero y tal vez hasta este momento no nos hayamos auto evaluado nuestros hábitos alimenticios.  Usualmente los niños con neofobias son hijos de padres que no comen muchas cosas, que huelen la comida, que dudan de la comida que hace la nana nueva, que necesitan una forma especial para preparar o servir sus alimentos. Por otro lado el súper degustador es hijo de padres que comen a gusto, prueban comidas exóticas, elogian a los cocineros o su hobby es la cocina. Y es que sin darnos cuenta los niños copian nuestros hábitos desde muy temprano y escuchan todos nuestros comentarios positivos y negativos de todo y así lo internalizan.

OJO, no quiere decir que el neofóbico sea delgado y el súper degustador obeso, porque muchos papás o niños «pikis» con la comida prefieren comer postres y comida chatarra e igual se hacen obesos o con problemas de azúcar y colesterol; en cambio el súper degustador puede disfrutar de ensaladas o dietas balanceadas.

La alimentación es parte de la educación de nuestros hijos, representa un arte que siempre será el reflejo de nosotros mismos….

Dra. Ilinichna Alzamora