La bolsa de aguas, también llamada fuente, se empieza a desarrollar dentro del útero a partir de los doce días de la fecundación. Su misión es proteger y contener al feto para su correcto crecimiento. Cuando el momento del parto se acerca, la fuente se rompe de manera espontánea y se produce la salida de líquido amniótico. Esto significa que es hora del nacimiento.

Un 15% de los partos comienza rompiendo aguas, como popularmente se le conoce a la ruptura de membranas.  En otras palabras, cuando se hace visible la salida del líquido amniótico, se sabe que, poco a poco, se acerca la hora del parto.  En las siguientes 24 horas, se sucederán las contracciones, la dilatación y el desprendimiento del tapón mucoso, los cuales son señales de que el parto es inminente.  El líquido amniótico es la protección que ha tenido el feto durante los nueve meses de embarazo, por ello, cuando se rompe la fuente, el bebé pierde su protección por lo que no se debe retrasar el parto.

La bolsa se rompe cuando tu bebé empuja con su cabeza para salir.  Lo más habitual es que esta bolsa no se rompa bruscamente, sino que sufra un desgarre y tengas pequeñas pérdidas.  No dudes en contactar a tu médico automáticamente, seguro te dará algunas indicaciones como que observes el líquido, si es incoloro o inodoro, si sientes los movimientos del bebé entre otros y te dará las indicaciones para ir a la clínica.

Si rompes fuente entre la semana 34 y la 37, el médico te aconsejará provocar el parto para evitar el riesgo de infección de ambos. Para ello, él deberá decidir si es posible inducir el parto con las técnicas habituales o si hay que practicarte una cesárea de urgencia. Ahora, si la fuente se rompe antes de la semana 34, el médico podrá optar por esperar unos días para que el feto madure, llevando un monitoreo constante del bebé para chequear que no haya infección y con la embarazada guardando reposo absoluto.

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