La socialización significa en términos generales hacer partícipe a un niño de la sociedad o acercarlo a la sociedad. El niño socializa desde que nace, con familiares, vecinos, televisión, con otros niños en el parque y en la calle. Los niños desde muy pequeños buscan establecer una relación con sus iguales.
Desde los 9 y los 12 meses, el bebé empieza a descubrir la existencia de otros niños fuera del entorno familiar. Buscan y tratan de captar la mirada de otros pequeños que están sentados a su lado y le dan un juguete a cambio de otro. Se observan y se influyen sin estresarse, de hecho, se imitan entre ellos, igual que imitan a los adultos. Para el niño pequeño, la imitación es la manera de aprender sobre las relaciones y de aprender a vivir en el mundo.
A los tres años, su hijo dependerá menos de usted, esto será una señal de que su sentido de identidad es más fuerte y seguro. Al jugar con otros niños reconocerá que no todos piensan igual a él y que cada uno de sus compañeros de juego tiene muchas cualidades únicas, algunas agradables y otras no.
La socialización es un proceso que llegará tarde o temprano sí o sí. La crianza de nuestros hijos a veces recae en terceras personas y un gran porcentaje acude a escuelas infantiles, guarderías, maternales o de hecho a casa de sus abuelos. Los papas nos vemos obligados a ceder nuestro papel a otras personas o entidades por necesidad.
Aún así los niños necesitan el afecto, tener el contacto y la seguridad que les proporciona su mamá y su papá. Esta relación es irremplazable para que el niño crezca física y emocionalmente estable.
Los niños son egoístas hasta más o menos los seis años. Esto que suena negativo en un adulto pero en un niño es una característica normal. Ellos necesitan ser así, sentirse el centro del universo para crecer con una alta autoestima y conocerse a sí mismos tanto como puedan.
Los niños no empiezan a entender que son personas con un cuerpo que puede interactuar con el entorno y con los demás hasta los 18 meses.
A los 2 años y medio nacen las primeras amistades. A esa edad, el niño empieza también a incorporar las reglas de sociabilidad, saludar, dar las gracias y despedirse.
Cuando tienen como 3-4 años su lenguaje se amplía considerablemente con respecto a edades anteriores empieza a madurar el control de sus propias emociones y pueden expresar a su manera los sentimientos de amor, celos, tristeza alegría, orgullo y curiosidad.
Si para esta fecha tu hijo no ha escogido a su amigo preferido, no te preocupes. Si está contento jugando solo irá hacia los demás y se volverá sociable en cuanto esté preparado. Si quieres, puedes ayudarlo a socializar invitando a sus primos o su vecino. Ayúdalo a crear lazos proponiendo juegos, un corro o jugar al escondite. Y cuando está en familia, no lo prives de los momentos de convivencia, comidas y/o fiestas pensando que es muy pequeño y no lleva el mismo ritmo, ellos se ajustan.
Esta es la madurez emocional que el niño necesita para empezar a conocer otros ambientes y que existen otros niños con sus mismas inquietudes y deseos, con capacidad para relacionarse con ellos de una manera diferente a la de papá y mamá.
Editores PP